La Habana y los jineteros.
Ya en La Habana, decido hacer un largo paseo de más de dos kilómetros desde el Capitolio y el Parque Central - donde me deja la 400 -, hasta la terminal de omnibus - autobuses interurbanos - que se encuentra junto a la imponente Plaza de La Revolución, escenario de los multitudinarios discursos del comandante en jefe.
La Habana es una ciudad impresionante. Es imprescindible visitarla al menos durante dos o tres días si uno viaja a Cuba por primera vez. Su ritmo frenético, sus olores y colores, sus gentes, su impresionante arquitectura son únicos en el mundo. Sin embargo, hay algo que impide disfrutar plenamente del ambiente de la ciudad: la legión de buscavidas que en ella operan.
Alguien con una mochila a la espalda, se convierte en objetivo de todos y cada uno de los buscavidas con que se cruza. También se les llama jineteros, lo que literalmente significa que "se suben a caballo de los turistas" para conseguir algo de ellos. Ese algo puede ser vender una caja de puros falsos, conseguir que les inviten a una cerveza, llevarlos a una casa de alquiler cobrando una comisión, venderles el culo de alguna amiga a la que chulean, o venderte su propio culo si se tercia. Si uno se encuentra con estos personajes por primera vez, puede ser interesante e incluso útil ya que pueden ser guías. Cuando has tratado con ellos varias veces, la cosa cambia.
Aunque con la experiencia uno sabe como quitarse de encima a estos moscones con cierta rapidez y sin dejar de esbozar una sonrisa, la verdad es que son capaces de romper, al menos en parte, la magia del paseo.
Al fin, llego a la estación de omnibus Astro, donde tras una larga espera - absolutamente para todo hay que hacer una larga espera en Cuba -, consigo salir para Cienfuegos, mi próximo destino.
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