De tomadera nocturna en Camagüey.
Si el día me pareció fascinante en Camagüey, pensé que la noche estaría a la altura. Así que hacia las 9 de la noche y tras comprobar que no había luz en la casa, salí a tomar -beber-. Mi incursión en la noche de la ciudad comenzó en la Plaza del Gallo, lugar más cercano a mi casa donde no hubo apagón. En la plaza hay un animado restaurante en el que podemos tomarnos una cerveza local Tínima por 10 pesos cubanos. Sirven platos sencillos de pasta y pizza. Todo en moneda nacional y por tanto frecuentado por cubanos.
Tras el tentempié, descubrí en la Plaza Agramonte, el anímadísimo bar El Cambio. Se trata de una casa de juego de la era pre-revolucionaria que se transformado hace una década en un bar de copas donde tomar cócteles, cervezas o refrescos pagando en divisa. Es un lugar frecuentado tanto por cubanos como por extranjeros. El ambiente es realmente agradable y acogedor. Allí conocí a Adelino, un simpático y saleroso viejito cubano que trabaja en el local. Es un tipo realmente agradable, gran conocedor su ciudad, que me contó algunas cosas muy interesantes sobre la misma. Fue realmente interesante conocerle. A él ya todo el resto de la parroquia habitual que hacen al visitante sentirse realmente integrado a los pocos minutos. Un lugar encantador El Cambio.
En el mismo parque Agramonte se encuentra la Casa de la Trova, que presume de ser la más grande de toda Cuba. Decido no entrar ya que el recinto cobra 3 CUC, lo que indica que dificilmente estará frecuentado por cubanos. En su lugar, me acerco al cercano patio de La Bolanda, también en la el parque Agramonte. El local ofrece en un oscuro patio un sencillo espectáculo de cabaret con dos bailarines, dos cantantes y un mago. Eso sí, el local cobra en moneda nacional y por tanto está frecuentado mayoritariamente por público local. Por 20 pesos cubanos por pareja, se accede al recinto. Y la pareja es obligatoria, así que vuelvo a El Cambio donde conocí a una enfermera del hospital oncológico de Camagüey, amiga de Adelino. La invito a ir al local, acepta enseguida y para allá que nos vamos. Curiosa pareja.
La noche acaba comiendo un refrito y seco filete de pescado hacia las tres de la madrugada en el DiMare, un establecimiento especializado en pescados que abre 24 horas y que tiene presencia en las principales ciudades cubanas. Los comensales, Marisol - la enfermera -, uno de los bicitaxis que conocí en el bar El Cambio y el narrador de esta historia. Otro bicitaxi nos cuenta que sigue el apagón en la zona de la calle Popular, así que no hay prisa por volver a la casa. La noche es joven.
Tras el tentempié, descubrí en la Plaza Agramonte, el anímadísimo bar El Cambio. Se trata de una casa de juego de la era pre-revolucionaria que se transformado hace una década en un bar de copas donde tomar cócteles, cervezas o refrescos pagando en divisa. Es un lugar frecuentado tanto por cubanos como por extranjeros. El ambiente es realmente agradable y acogedor. Allí conocí a Adelino, un simpático y saleroso viejito cubano que trabaja en el local. Es un tipo realmente agradable, gran conocedor su ciudad, que me contó algunas cosas muy interesantes sobre la misma. Fue realmente interesante conocerle. A él ya todo el resto de la parroquia habitual que hacen al visitante sentirse realmente integrado a los pocos minutos. Un lugar encantador El Cambio.
En el mismo parque Agramonte se encuentra la Casa de la Trova, que presume de ser la más grande de toda Cuba. Decido no entrar ya que el recinto cobra 3 CUC, lo que indica que dificilmente estará frecuentado por cubanos. En su lugar, me acerco al cercano patio de La Bolanda, también en la el parque Agramonte. El local ofrece en un oscuro patio un sencillo espectáculo de cabaret con dos bailarines, dos cantantes y un mago. Eso sí, el local cobra en moneda nacional y por tanto está frecuentado mayoritariamente por público local. Por 20 pesos cubanos por pareja, se accede al recinto. Y la pareja es obligatoria, así que vuelvo a El Cambio donde conocí a una enfermera del hospital oncológico de Camagüey, amiga de Adelino. La invito a ir al local, acepta enseguida y para allá que nos vamos. Curiosa pareja.
La noche acaba comiendo un refrito y seco filete de pescado hacia las tres de la madrugada en el DiMare, un establecimiento especializado en pescados que abre 24 horas y que tiene presencia en las principales ciudades cubanas. Los comensales, Marisol - la enfermera -, uno de los bicitaxis que conocí en el bar El Cambio y el narrador de esta historia. Otro bicitaxi nos cuenta que sigue el apagón en la zona de la calle Popular, así que no hay prisa por volver a la casa. La noche es joven.
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