Trinidad. Ciudad patrimonio de la humanidad.
Trinidad y su casco histórico tienen desde luego un encanto especial. Esta ciudad es el equivalete caribeño a una ciudad medieval europea.
El centro del casco antiguo de Trinidad, es el lugar donde comenzar mi paseo en compañía de la cienfueguera Lucy y el parisino Henri. La antes ajardinada plaza - ahora arrasada por el ciclón - está presidida por la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad, ahora en ruinas, excepto su fachada principal que se conserva. Junto a ella, el Museo Romántico merece una visita. Se trata de una mansión colonial construida entre los siglos XVIII y XIX, que perteneció al español Nicolás Brunet. Brunet dirigía en el XIX desde este palacio sus negocios azucareros explotados por esclavos. Hoy, la casa puede visitarse como museo y alberga una impresionante colección de objetos que recrean la vida en aquella época.
Tras la visita al museo, asciendo por la calle Bolivar hacia la parte más alta de Trinidad. En esta zona se ven algunas de las mejores casas coloniales de la ciudad. Muchas de ellas alquilan habitaciones a los turistas al precio de 15 a 25 CUP. La casa de Mariene Ruiz - calle Bolivar 515 -, que tuvo la amabilidad de enseñarme, es una de las más pintorescas de la zona.
Muy cerca de la Plaza Mayor, en la calle Martínez Villena, hay un lugar donde hacer un alto en el camino para combatir el intenso carlor. Se trata de La Canchánchara, un local que recibe su nombre de este cóctel compuesto por aguardiente, miel, limón y agua. Se recomienda precaución en su consumo. Testado en carnes propias. El local, además de la canchánchara, ofrece actuaciones de músicos cubanos ante el tropel de turistas que lo visitan.
En La Canchanchara, me despido de Lucy y Henri, que vuelven hacia Cienfuegos. Y me quedo en Trinidad, alojado en una casa cercana al Parque Céspedes, en la zona nueva de la ciudad. Es la casa de Miriam Ramos - calle Frank País 185 -. Es una casa que alquila una sencilla habitacion con aire acondicionado por 15/20 CUC -pesos convertibes que equivalen aproximadamente al euro - .
Decido aprovechar que me quedo solo, para dejar el centro histórico y hacer algo que tenía pendiente: cortarme el pelo. El calor es agobiante en esta época en Cuba, y cualquier medida para mitigarlo es importante. La opción mas lógica es acudir a uno de los siempre atestados centros de belleza gubernamentales. En estos establecimientos se realizan trabajos de peluquería, estética y otros, tanto a hombres como mujeres, y a precios muy cubanos. Un corte de pelo cuesta entre 2 y 5 CUP. - un euro son algo más de 25 CUP o pesos cubanos -.
Como el establecimiento del Parque Céspedes está atestado, desisto y sigo callejeando por la zona nueva de Trinidad. La casualidad hace que tropiece con la casa de Abel, muy cercana al Parque Cespedes. Este particular lleva un establecimiento en el que combina sus facetas de peluquero, pintor y escultor. Ademas, trabaja como vigilante nocturno en un centro de salud. Hay que ganarse la vida. En La Camargue el turista puede arreglar sus cabellos, afeitarse con masaje incluido y comprar una de las pinturas del propietario o de uno de sus socios. Por el "desorbitado" precio de 2 CUC, Abel me ofrece un esmerado rapado de cabello, un excelente café y una buena charla. Le prometo incluirle en este blog del que le hablo y así lo hago. Un trato es un trato, compañero.
El centro del casco antiguo de Trinidad, es el lugar donde comenzar mi paseo en compañía de la cienfueguera Lucy y el parisino Henri. La antes ajardinada plaza - ahora arrasada por el ciclón - está presidida por la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad, ahora en ruinas, excepto su fachada principal que se conserva. Junto a ella, el Museo Romántico merece una visita. Se trata de una mansión colonial construida entre los siglos XVIII y XIX, que perteneció al español Nicolás Brunet. Brunet dirigía en el XIX desde este palacio sus negocios azucareros explotados por esclavos. Hoy, la casa puede visitarse como museo y alberga una impresionante colección de objetos que recrean la vida en aquella época.
Tras la visita al museo, asciendo por la calle Bolivar hacia la parte más alta de Trinidad. En esta zona se ven algunas de las mejores casas coloniales de la ciudad. Muchas de ellas alquilan habitaciones a los turistas al precio de 15 a 25 CUP. La casa de Mariene Ruiz - calle Bolivar 515 -, que tuvo la amabilidad de enseñarme, es una de las más pintorescas de la zona.
Muy cerca de la Plaza Mayor, en la calle Martínez Villena, hay un lugar donde hacer un alto en el camino para combatir el intenso carlor. Se trata de La Canchánchara, un local que recibe su nombre de este cóctel compuesto por aguardiente, miel, limón y agua. Se recomienda precaución en su consumo. Testado en carnes propias. El local, además de la canchánchara, ofrece actuaciones de músicos cubanos ante el tropel de turistas que lo visitan.
En La Canchanchara, me despido de Lucy y Henri, que vuelven hacia Cienfuegos. Y me quedo en Trinidad, alojado en una casa cercana al Parque Céspedes, en la zona nueva de la ciudad. Es la casa de Miriam Ramos - calle Frank País 185 -. Es una casa que alquila una sencilla habitacion con aire acondicionado por 15/20 CUC -pesos convertibes que equivalen aproximadamente al euro - .
Decido aprovechar que me quedo solo, para dejar el centro histórico y hacer algo que tenía pendiente: cortarme el pelo. El calor es agobiante en esta época en Cuba, y cualquier medida para mitigarlo es importante. La opción mas lógica es acudir a uno de los siempre atestados centros de belleza gubernamentales. En estos establecimientos se realizan trabajos de peluquería, estética y otros, tanto a hombres como mujeres, y a precios muy cubanos. Un corte de pelo cuesta entre 2 y 5 CUP. - un euro son algo más de 25 CUP o pesos cubanos -.
Como el establecimiento del Parque Céspedes está atestado, desisto y sigo callejeando por la zona nueva de Trinidad. La casualidad hace que tropiece con la casa de Abel, muy cercana al Parque Cespedes. Este particular lleva un establecimiento en el que combina sus facetas de peluquero, pintor y escultor. Ademas, trabaja como vigilante nocturno en un centro de salud. Hay que ganarse la vida. En La Camargue el turista puede arreglar sus cabellos, afeitarse con masaje incluido y comprar una de las pinturas del propietario o de uno de sus socios. Por el "desorbitado" precio de 2 CUC, Abel me ofrece un esmerado rapado de cabello, un excelente café y una buena charla. Le prometo incluirle en este blog del que le hablo y así lo hago. Un trato es un trato, compañero.
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