07 agosto 2005

El cumpleaños de Richard. Una fiesta a lo cubano.


Con las últimas luces del día, me incorporo a la fiesta de cumpleaños de Richard, el mejor amigo de Santiago "Chago". La fiesta se está ya celebrando a esas horas en la casa de él, en la terraza superior de la casa, donde se disfruta de una interesante vista de la Plaza de Marte y de la Bahía de Santiago.

Richard y su mujer Yanilet - 23 años felizmente casados, todo un record en Cuba -, han trabajado todo el día para agasajar a los invitados. En toda celebración en Cuba y más en Santiago - con su legendaria hospitalidad -, no puede faltar comida. Han preparado pierna de macho - cerdo -, tamal frito - pasta de maíz - y chicharrones.

Los invitados van llegando. Muchos de ellos - como un servidor - traen alguna que otra botella de ron. Otros no traen nada. No importa. En una fiesta a lo cubano, cada cual aporta lo que sus recursos le permiten. Se comprende.

Asisten familiares, vecinos, amigos y algún que otro turista como yo. Todos comen, beben y conversan sobre todos los temas imaginables; las dificultades de la vida diaria en Cuba, los turistas, la amistad, y como no... las mujeres. Un hermano de Richard, que trabaja como barman, me da su secreto para el mojito. Franco, un italiano bajito y con hablares de mafioso siciliano que anda con una lindísima mulatita, - y que el tiempo me demostrará que es un excelente tipo pese a la primera impresión- me muestra en su teléfono móvil una colección de fotos de mulatas. Me ofrece el teléfono de la que prefiera. "Te puedo dar el de todas menos de esta que es mi novia". No gracias. Otro Richard - el yerno del anfitrión - me pone al día de las últimas novedades de la música cubana. Sabe que eso me interesa. "Los Van Van sacaron nuevo disco, está riquísimo" "Oye, y lo último de Candymán está rico, rico, rico". Vete grabándome unos cuantos cidís, compañero.

Y mientras tanto las botellas de ron Cubay van cayendo una tras otra. Fueron 16 botellas en total. Creo que salimos a una por persona. Mis habilidades como cantinero son apreciadas y requeridas. Un generoso chorro de ron, un poquito de hielo picado con un destornillador, refresco de cola y unas gotas generosas de limón criollo exprimido. Un perfecto Cubalibre, compay.

Hacia la medianoche la fiesta ha alcanzado su máximo apogeo. En el estéreo suenan alternativamente salsa, reggaeton y canciones lentas. Todo el mundo baila ya. Hombres, mujeres y niños. Jóvenes y ancianos. Me siento cansado tras el trajín de los últimos días y por el efecto de la docena de cubalibres que tomé. Demasiados. Discretamente me retiro a mi cuarto a descansar, mientras arriba sigue sonando la música.

Los cubanos saben como divertirse. Haya plata o no lo haya.